EN MI REFRI HACE CALOR

Primer día de año, relajación, tranquilidad, ya por la tarde me dispongo a preparar algo para cenar cuando aquí Estrellita Marinera me salta al paso y me dice:

EM: Tarvitse pestä pakastin...
Yo: ¿Qué? lavar el congelador, ¿ahora?
EM: Kyllä, nyt!
Yo: Chanclas, pues ya que. Oye, pero está lleno, todo se va a descongelar...
EM: Vie kaikki juttuja pihalle
Yo: ¿Todo al jardín?

Fue cuando me cayó el veinte de porque hacerlo en ese momento. El termómetro de la puerta del congelador marcaba -8 grados y al revisar la temperatura ambiente que hacía afuera en nuestro pequeño jardín:



Así que 10 tuppers de fresas, 3 kilos de salmón en diferentes bolsitas, 3 paquetes de makkara (salchichas finlandesas), 2 bolsas de puré de manzana, un kilo de carne molida, pimientos, panes y una bolsota de karjalanpiirakka fueron a dar al jardín. Con la previsión de que todo quedara bien cubierto, por aquello de los visitantes de cola esponjosa.

Lo surreal del asunto no fue que en mi jardín hiciera más frío que dentro de mi congelador. Entro de regreso y me encuentro a EM apuntándole, como si de un atraco se tratara, al congelador con la secadora de pelo!


















A mi espontánea expresión latina de risa siguió la más elocuente y pragmáticamente finlandesa respuesta: "Así se descongela más rápido, no?" Y así fue, en menos de 15 minutos, el congelador ya estaba limpio y reluciente, listo para volver a recibir los comestibles. Pero el más pragmático de todos fue el Sr. Aku, quien colaboró arduamente en la labor... desde el sofá.